Las personas físicamente activas presentan una reducción
del 50 por ciento en la incidencia de enfermedades cardiovasculares,
diabetes y tumores relacionados con las hormonas comparadas con las
sedentarias, según ha declarado el especialista colombiano John Duperly.
Duperly, especialista en Medicina Interna de la Universidad del Rosario
de Bogotá, dijo en declaraciones a Efe que se ha observado la
disminución del 50 por ciento de las dolencias crónicas como las
cardiovasculares, la diabetes y algunos cánceres relacionados con las
hormonas como el de próstata, el de mama y el de colón en individuos
activos respecto a los sedentarios.
Además, los estudios reflejan una reducción de entre un 20 y un 30 por
ciento en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el
Parkinson y la demencia senil atendiendo a esa misma comparación.
Durante el Simposio Balance Energético, celebrado en la ciudad brasileña
de Guarujá, Duperly se mostró escéptico sobre los datos de aumento de
esperanza de vida de la población por las variables que incluye.
"La esperanza de vida es un número que es complejo y difícil de
interpretar porque es un promedio de lo que viven los seres humanos,
pero en ese promedio se incluye la mortalidad infantil, la mortalidad
perinatal y la mortalidad por enfermedades infecciosas", dijo Duperly.
Agregó que esas muertes se han reducido con el desarrollo del agua
potable y la aparición de los antibióticos, además de los avances
tecnológicos y en cirugía.
"En ese aumento de la esperanza de vida que, como digo está falseado por
las estadísticas, pero que en algunos casos es cierto que vivimos más,
nos estamos acercando a los límites biológicos de la especie humana",
agregó.
De acuerdo con el especialista, el ser humano está programado para vivir
unos 90 o 100 años y la recta final es un periodo de deterioro
biológico progresivo.
"El objetivo es llegar al máximo de expectativa de nuestra especie",
dijo, y añadió que se trata de alcanzar esa edad con las funciones
cognitivas adecuadas, con independencia física y con calidad de vida.
"Lo logran las personas que no han fumado, que han moderado el alcohol,
que se alimentan bien y que hacen ejercicio", agregó.
El profesor de la Universidad Gama Filho de Sao Paulo, Víctor Matsudo,
precisó que la inactividad física puede llevar a que los "los hijos"
mueran "más tempranamente que los papás".
Matsudo promovió un cambio cultural para introducir la "ciudadanía
activa" como disciplina integrada en los programas educativos.
"Es una desgracia que la actividad física no se venda por píldoras
porque si no sería la cosa más consumida del mundo", razonó.
El profesor enumeró las ventajas que tiene para la salud la práctica de
actividad física como la mejora de la sensibilidad a la insulina, el
control del azúcar en la sangre, del colesterol y de los depósitos de
grasa y mejoras del sistema inmunológico, además de reducir el riesgo de
tumores hormono-dependientes.
Por su parte, el profesor de la Universidad de Mérida (México) Hugo
Laviada calificó de "insuficientes" los programas para combatir el
sobrepeso en América Latina, aunque reconoció progresos en los últimos
años en Chile, Brasil, Colombia y México.
"Estamos empezando a ver cambios", dijo Laviada, quien pidió la
implicación de las familias en las campañas contra la obesidad y abogó
por que no se soslaye "la responsabilidad individual o familiar".
Además, enumeró una serie de consejos para llevar una vida sana como "un
estilo de vida activo, no necesariamente deportivo", beber agua,
masticar lentamente para que la sensación de saciedad llegue antes y
tener una alimentación equilibrada.
El profesor de la Universidad de Washington Adam Drewnowski precisó que
en EE.UU. se consumen "muchas más calorías" de las necesarias y señaló
la dificultad de establecer parámetros universales en la medición y en
la recomendación de consumo calórico.
Mientras, el profesor Eric Ravussin, de la Universidad de Lousiana
(EE.UU.), declaró que la naturaleza del ser humano le lleva a almacenar
alimentos para tiempos de escasez y por este motivo aumenta la ingesta
de energía aunque tenga cubiertas sus necesidades.
El experto dijo que es posible la aplicación de políticas públicas que
obliguen a flexibilizar los ambientes de trabajo para facilitar la
actividad física, pero reconoció que al final la opción por el deporte
no deja de ser una decisión personal.